Los hinchas del Atlético Bucaramanga añoran las épocas inolvidables cuando auriverdes y rojinegros se juntaban para vivir las incidencias de un clásico regional. Para infortunio de todos, los tiempos cambiaron y los conflictos sociales se apoderaron del ambiente futbolero, para causar malestar y generar un sin sabor que no se parece en nada a los años en que predominaban la camaradería y el buen ambiente en los estadios del país.
Para el hincha del fútbol, un clásico regional representa un momento muy especial, un instante que durante 90 minutos puede representar alegría o tristeza. Pero más allá de los resultados y lo que suceda en el terreno de juego, los amantes del fútbol añoran esas épocas doradas cuando se compartía una emotiva fiesta que no distinguía color alguno en las graderías de los estadios.
Y es que muchos consideran al Atlético Bucaramanga una pasión, un sentimiento que corre por las venas y que muchas veces se refleja en ese acento golpeado que caracteriza a la raza santandereana, con una emotividad que sale a relucir previo a un clásico del oriente colombiano.
Sin duda, clásico es clásico. Y este fin de semana los hinchas esperan vivir una fiesta en paz, en la que predominen el buen fútbol y el buen comportamiento de quienes muchas veces opacan el espectáculo con actos vandálicos y desmedidos, que han hecho que la gente se aleje de los estadios.
En las tribunas se vivirá un clásico aparte, lleno de color y alegría, tal vez con momentos de angustia, pero ante todo se espera el sano comportamiento de una afición que sea protagonista por alentar a su equipo, y no por dañar un espectáculo en detrimento de lo que significa en verdad la fiesta del fútbol.