Una mujer de alma joven, sonriente y llena de energía. Así es Alba Valencia de Súspez, quien desde hace más de 70 años se dedica al teatro, pasión que la hace sentir alegre y servidora de las personas más jóvenes, a las que desea inyectar de arte.
Su metodología para enseñar es práctica y considera que la mejor edad para empezar a aprender es desde los 5 años, porque “es cuando reciben la semilla y uno la puede regar y formar”.
“Lo que más quiero es inculcar el arte en Santander. No solamente el teatro, también la música, la danza. Inducirlos desde pequeños al arte”, manifestó.
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Alba asegura que es teatrera desde el vientre de su mamá, ya que desde allí aprendió a hacer muecas. “Mi pasión es el teatro, vivo en el teatro, dependo del teatro y voy a morir en el teatro. Trabajaré hasta que Dios me permita estar en el teatro, porque soy ciento por ciento teatrera”.
La cucha del teatro
Le gusta que le digan ‘Albita’ pero en el mundo del teatro es conocida como ‘La Cucha’, pues su edad no se improvisa y la experiencia menos… Recuerda con agrado cuando era pequeña y su familia la presentaba en reuniones como la ‘payasita’, pues desde siempre ha hecho muecas, actuado y declamado poemas como este:
“Estaba el señor Don gato en silla de oro sentado, sus medias eran de seda y sus zapatos eran calados… y dijo que quería ser casado con una gata, coqueta que cantaba por el tejado. El gato por verla pronto, se ha caído del tejado, se ha roto una costilla, se ha descompuesto un brazo… Llamen pronto al Salvador, al médico cirujano, Pero es mejor que llamen al señor doctor, don Carlos y dijo que le dieran muchos caldos y a la mañana siguiente, amaneció muerto el gato”, declamó con mucha gracia ‘La Cucha’.
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Enseñanza
Todos los sábados desde las dos de la tarde, Albita se reúne en el barrio San Luis, en el teatro que tiene en su casa, para dar clases a los niños, especialmente a los del Bienestar, “que necesitan recibir las clases, no se les cobra absolutamente nada, para mí es una terapia estar con ellos, creo que ellos reciben muy bien eso”.
Su mayor satisfacción es encontrarse con aquellos a quienes enseñó tiempo atrás y que aún la recuerden con mucho amor. “A Santander lo llevó en el corazón y me gusta encontrarme con mis estudiantes que a pesar del tiempo me recuerdan… Eso es muy gratificante”.
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