Los usurpadores fueron encontrados en los barrios candiles y porvenir, al sur de Bucaramanga, y en su poder fue hallado un centenar de documentos de identidad que utilizaban para su actividad delincuencial.
Una vez las cédulas estaban en sus manos, comenzaban a realizar un análisis financiero de las víctimas, para determinar su capacidad de endeudamiento.
Frente a estos casos, las autoridades recordaron que cuando un ciudadano pierde la cédula, lo primero que debe de hacer es denunciar, pues su nombre podría estar siendo usado para actividades irregulares.
Los elementos como celulares y electrodomésticos que los sujetos compraban a nombre de las víctimas, eran vendidos a bajos precios en diferentes sectores de Bucaramanga.
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