Herman “Cuca” Aceros fue un hombre que se destacó por su forma de ser. Todos sus amigos lo recuerdan como una persona alegre, bromista y con una calidad humana tan grande como sus gestas a la hora de jugar al fútbol.
El segundo hogar de Herman Aceros fue una cancha de fútbol; sus amigos, esos personajes con quienes compartió en los escenarios en donde el santandereano demostró su talento, fueron la compañía con los cuales pasó momentos inolvidables y tan importantes, como el del Mundial de Chile 1962.
Los exbúcaros volvieron a reunirse y evocando esas épocas de gloria y buen fútbol, cuando con orgullo, defendían los colores del onceno leopardo.
Incluso, un poco cabizbajo pero con la sonrisa que lo caracteriza, don Américo José Montani, otro de los emblemáticos jugadores en la historia del Bucaramanga, hilvanaba unas palabras de agradecimiento para quien fuera también, uno de sus grandes confidentes.
Épocas doradas, momentos que no volverán, pero que quedarán grabados en la memoria de todos aquellos que de generación en generación, tendrán la misión de mantener viva la leyenda de un hombre llamado Herman “El Cuca” Aceros.
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