A diario miles de personas cruzan por las trochas o pasos ilegales con la esperanza de un mejor futuro. Sin embargo, hay cientos de niños y adolescentes sin la compañía de adultos que se arriesgan a cruzar.
Ellos se han convertido en blanco de los grupos armados ilegales o las bandas delincuenciales que operan en Norte de Santander, para reclutarlos en sus estructuras.
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