Hace tres años, en Floridablanca, Andrés Felipe Carrillo Torres descubrió la pasión que hoy lo tiene a un paso de cumplir uno de sus sueños: disputar la final nacional de los Juegos Intercolegiados en voleibol. El joven santandereano, que antes había practicado taekwondo, tenis, natación y fútbol, se enamoró de este deporte tras ver a su colegio jugar una final departamental.
“Ese partido me enamoró del voleibol. Es un deporte de explosividad, fuerza y disciplina”, recuerda Carrillo, quien desde entonces se convirtió en referente y líder dentro de su equipo.
El deporte hace parte de su ADN. Su padre, Pedro Carrillo, fue atleta y entrenador de taekwondo con experiencia internacional; su madre, Claudia Elena Torres, lo acompaña desde la fisioterapia; y su hermano, Pedro Alexander, es un apasionado del fútbol. “Mi papá es mi mayor inspiración. Siempre lo vi entregarse al máximo y eso me motiva a dar lo mejor en la cancha”, afirma el jugador.

Su rutina diaria refleja la disciplina de un atleta que sueña en grande: tras salir del colegio se entrena con la Liga Santandereana de Voleibol Playa, complementa con acondicionamiento físico y ejercicios de potencia, todo bajo la guía de su padre.
Hoy, Carrillo tiene la mira puesta en la final nacional. “Estamos a un partido de lograrlo. Sería un sueño y un orgullo enorme, porque siento que estoy preparado para dar lo mejor y ser un verdadero refuerzo para el equipo”, asegura.
Más allá de los resultados, el joven resalta el valor formativo de los Juegos Intercolegiados: “Aquí hay disciplina, amor y entrega. Esa es la verdadera esencia. Muchos creen que son sencillos, pero es donde realmente aprendemos a jugar con el corazón”.