En el marco del Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), expertos hacen un llamado a la prevención de esta grave emergencia médica que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye la segunda causa de muerte a nivel global. Cada año, cerca de 15 millones de personas sufren un ACV y más de un tercio de ellas pierde la vida. Sin embargo, el 80% de los casos podría evitarse con un adecuado control de los factores de riesgo.
Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe o se reduce, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes. Existen dos tipos principales: el isquémico, causado por la obstrucción de una arteria, y el hemorrágico, producto de la ruptura de un vaso sanguíneo.
Los principales factores de riesgo están estrechamente vinculados con el estilo de vida: hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, obesidad y sedentarismo. También influyen factores no modificables como la edad y los antecedentes familiares.
En Colombia, las mujeres representan el 52% de las muertes por ACV, de acuerdo con el Ministerio de Salud. Cambios hormonales, uso de anticonceptivos orales y embarazo son algunas de las condiciones que pueden aumentar el riesgo en esta población.
Las señales de alerta más frecuentes incluyen debilidad o adormecimiento repentino en un lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, pérdida de visión súbita, problemas de equilibrio o coordinación y dolor de cabeza intenso sin causa aparente. Los especialistas coinciden en que actuar rápido salva vidas y reduce las secuelas.
Una de las consecuencias más comunes después de un ACV es la espasticidad, una alteración caracterizada por la rigidez o contracción anormal de los músculos, que puede limitar la movilidad y afectar la calidad de vida. Según la Asociación Colombiana de Neurología (ACN), hasta el 40% de los sobrevivientes podría desarrollarla.
La doctora Diana Hernández, directora médica de AbbVie, resalta la importancia de la detección y atención temprana:
“Cada persona puede contribuir a reducir el riesgo de un accidente cerebrovascular. Mantener hábitos saludables, controlar la presión arterial y realizar chequeos médicos regulares puede marcar la diferencia. La rehabilitación no termina con el alta médica; requiere atención continua para evitar que las secuelas se vuelvan permanentes”, afirmó.




