Una ruta audaz que fue frenada
Una impresionante operación internacional logró interceptar en aguas del Atlántico central un semisumergible conocido como “narcosubmarino” que transportaba más de 1,7 toneladas de cocaínacon destino a la Península Ibérica. Las autoridades portuguesas, con la colaboración de organismos del Reino Unido y Estados Unidos, lograron detener a los tripulantes antes de que el cargamento llegara a Europa.
La embarcación fue localizada aproximadamente a 1.852 kilómetros de la costa de Lisboa (cerca de 1.000 millas náuticas), lo que revela el alcance oceánico de la operación.
Tripulación sudamericana y estructura transnacional
Entre los cuatro detenidos figuran ciudadanos de Ecuador, Venezuela y uno de nacionalidad colombiana, lo que evidencia la naturaleza multinacional de esta red de tráfico marítimo.
Las fuerzas de seguridad señalaron que el semisubmarino estaba diseñado para evitar detección, y que parte del éxito del operativo se debió a inteligencia avanzada compartida por varias agencias internacionales.
Estrategia del narcotráfico adaptada al océano
El uso de este tipo de vehículos semisumergibles (que no necesariamente se hunden totalmente, pero sí lo suficiente para escapar del radar) ha venido en aumento como método elegido por las organizaciones de narcotráfico para transportar grandes cargas.
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En este caso, la droga estaba destinada a varios países europeos, con España como uno de los principales objetivos, lo que la convierte en una operación de alto impacto para la seguridad internacional.
La embarcación, una vez interceptada, no pudo ser remolcada hasta puerto debido a su frágil construcción y a las condiciones adversas del mar, por lo que terminó hundiéndose en alta mar con el cargamento.
Implicaciones y próximos pasos en la investigación
Las autoridades portuguesas han puesto a los detenidos en prisión preventiva tras comparecer ante un tribunal en las Azores. La investigación se encuentra abierta para determinar la identidad completa de la organización criminal detrás del envío, la ruta de abastecimiento y los posibles vínculos con estructuras en Sudamérica.
Este episodio evidencia que el Atlántico ya no es solo una vía para el transporte marítimo “tradicional” sino que se ha convertido en una autopista de alta mar para el narcotráfico de gran escala. Las autoridades refuerzan la necesidad de mayor cooperación internacional y vigilancia inteligente para frenar estos envíos.
Mientras tanto, la detención de un ciudadano colombiano y de otros tripulantes latinoamericanos pone el foco sobre la participación de redes transnacionales que operan desde Sudamérica hasta Europa, con escalas en alta mar y rutas cada vez más sofisticadas. El mensaje es claro: la lucha antidrogas se extiende ahora hacia zonas donde antes era difícil rastrear.




