Es la crónica diaria de niños y campesinos de Molagavita, Santander, quienes para llegar a la escuela o salir al pueblo a vender los productos agrícolas, tienen que pasar el río Chicamocha a través de un cable y un par de poleas.
Pese a que han pedido la construcción del puente en reiteradas ocasiones a las Administraciones de turno, no han sido escuchados.
La Institución Lagunitas sede F de Molagavita, ubicada en la vereda Toma de Agua, tiene quizá uno de los paisajes más lindos de Colombia, sobre el brazo oriental del cañón del Chicamocha.
Sin embargo, llegar a la escuela se convierte en un completo riesgo para cinco de los 15 niños que estudian allí. Ellos deben atravesar el caudaloso río a través de un cable y un par de poleas para poder recibir sus clases.
Un riesgo que no solo afecta a los estudiantes. Los campesinos arriesgan también sus vidas cuando llevan los productos agrícolas al casco urbano, en donde los comercializan.
Una vez los estudiantes han atravesado el río, les espera otro desafío, caminar unos 30 minutos por un camino pedregoso, empinado y bajo una canícula que fácilmente puede pasar los 30° C.
Llegar a la escuela no es el único sacrificio, para recibir las clases, pues los niños y sus profesores deben llenarse de paciencia, debido a que la infraestructura del plantel, no es la mejor.
En la Institución Lagunitas solo se escucha el sonido de la naturaleza, para poderse comunicar se deben buscar lugares estratégicos en donde llega la cobertura de telefonía celular.
Por el momento, niños y adultos seguirán cruzando el Chicamocha por el cable, en un acto que parece divertido, pero que puede resultar altamente peligroso.
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