La emblemática escultura Mujer de Pie Desnuda, del maestro Fernando Botero, ubicada en el parque San Pío de Bucaramanga, es sometida nuevamente a un proceso de restauración tras sufrir daños por actos vandálicos durante una manifestación en marzo pasado.
La obra, conocida popularmente como “la Gorda de Botero”, es intervenida por un grupo de expertos en patrimonio del Instituto Municipal de Cultura y Turismo (IMCT), quienes repararon las afectaciones sufridas. En esta ocasión, la escultura fue pintada con aerosol, marcada con huellas de colores y expuesta al fuego de una bengala encendida bajo sus piernas.
Carlos Rueda, coordinador de Patrimonio del IMCT, explicó que el proceso incluyó estudios técnicos, análisis químicos y aplicación de tratamientos especiales. “Se revisó el historial clínico de la escultura, su pátina, morfología y composición de materiales. Luego se aplicaron productos específicos para limpiar, restaurar y devolverle el brillo característico”, señaló el funcionario.
La restauración en campo toma cerca de una semana y se realiza con cuidado para preservar la integridad de la pieza, fundida originalmente en Pietrasanta, Italia, y donada a la ciudad en diciembre de 2010 como parte de la celebración de los 388 años de Bucaramanga.
Una historia de resistencia y descuido
Desde su llegada, la escultura ha sido blanco de constantes agresiones. En 2011, fue impactada por una papa bomba lanzada por encapuchados en una manifestación, lo que le generó daños en su superficie. Ese mismo año, fue apedreada y bañada en pintura amarilla.
En 2016, un estudio financiado por la Alcaldía de Bucaramanga reveló que la contaminación y la lluvia ácida también habían deteriorado considerablemente su estructura metálica. Un año después, en 2017, expertos del Museo de Antioquia realizaron una intervención profunda por un valor cercano a los $22 millones para recuperar la obra, que ya había perdido su capa protectora.
Aunque se implementaron medidas como vigilancia privada para proteger la escultura, estas no fueron permanentes. En 2021, volvió a ser blanco de ataques con pintura de colores, y en medio de la falta de mantenimiento continuo, su conservación ha quedado expuesta a los caprichos del clima y la conducta ciudadana.