Para Mauricio Salazar, un manizaleño ingeniero electrónico de profesión, la participación en Rally Dakar tiene un propósito mayor que el codiciado trofeo, y es ayudar a niños con cáncer, una situación que padeció en dos oportunidades, por lo que su objetivo en la carrera va más allá de figurar en el podio.
Actualmente su preparación la hace en varios países del mundo, especialmente en Suramérica, en algunas zonas que cuentan con las mismas características del Rally Dakar.
Corre por la pasión que siente por este deporte, pero el principal motor que lo mueve es una noble causa que hoy es valorada en Colombia y que incluso gracias a los recursos que se recogen, están a punto de contar con una sede propia para la fundación.
Mauricio Salazar, quien está de visita en Bucaramanga, espera volver a competir el año entrante en el Rally Dakar, ese magno evento al que asiste con una doble motivación, pero en especial por los niños, esos mismos que ven él un ejemplo de vida, de superación, y de una lucha constante por vencer esta penosa enfermedad que padecen cientos de pequeños en el país.
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