Una noche de aparente tranquilidad en el centro del cantón Santa Ana, en la provincia de Manabí (Ecuador), se convirtió en una escena de terror cuando un grupo de hombres vestidos con uniformes similares a los de la Policía Nacional del Ecuador entró a un billar, simuló un operativo de control y, segundos después, desató una ráfaga de disparos que dejó al menos cuatro personas muertas y una gravemente herida.
El hecho ocurrió la noche del lunes 27 de octubre sobre las 8:00 de la noche, según testigos que relataron cómo los atacantes (vestidos de policía) ingresaron, pidieron documentos o simularon identificación y luego, sin mediar palabra, dispararon directamente contra quienes estaban en el establecimiento.
En las imágenes de las cámaras de seguridad del local se observó a tres sujetos que, tras entrar en el billar, abrieron fuego repetidamente mientras las víctimas intentaban cubrirse. Cuatro hombres fallecieron en el lugar. Una quinta persona de 35 años fue trasladada al Hospital de Portoviejo con heridas graves y permanece en cuidados intensivos.
Desde hace meses la provincia de Manabí registra un alza en la violencia asociada al crimen organizado y al narcotráfico. En lo que va de 2025 ya se han registrado más de 1.200 homicidios en la región. Este nuevo ataque agrava la percepción de inseguridad en un territorio cuya economía depende mayoritariamente de la agricultura y la pesca, rubros ya golpeados por la crisis de violencia.
En respuesta al episodio, el Ministerio de Salud Pública de Ecuador, en coordinación con el servicio de emergencias ECU‑911, activó atención psicológica para testigos y familiares de las víctimas. Por su parte, el gobierno del presidente Daniel Noboa evalúa ampliar la estrategia “Tregua Cero”, que hasta ahora se desplegaba en la provincia de Guayas, para que abarque también los cantones más afectados de Manabí.
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La comunidad de Santa Ana quedó convulsionada: residentes del centro poblado relataron que la escena detonó el miedo generalizado. El hecho de que los agresores usaran uniformes de policía plantea una amenaza adicional: minar la confianza ciudadana en las instituciones de seguridad.
Hasta el momento las autoridades no han divulgado el número exacto de detenidos ni los avances específicos de la investigación, lo que aumenta el clamor local por respuestas inmediatas. Analistas de seguridad señalan que este tipo de hechos (masacres como táctica de intimidación del crimen organizado) requieren no solo acciones policiales sino un fortalecimiento integral de la comunidad, vigilancia, inteligencia y prevención.
¿Qué viene ahora?
- Una investigación exhaustiva para identificar a los responsables del ataque, esclarecer cómo obtuvieron uniformes, credenciales u otros medios para hacerse pasar por agentes policiales.
- Refuerzo de los operativos de seguridad en Manabí, con posible extensión de la estrategia “Tregua Cero”.
- Apoyo psicosocial para víctimas, testigos y familiares, y atención a los impactos sociales del miedo colectivo.
- Mayor coordinación entre instituciones de salud, justicia y seguridad para atacar el fenómeno de violencia estructural que afecta la zona.
Este hecho dramático se suma a una tendencia más amplia de violencia letal en varias regiones costeras de Ecuador, lo que hace urgente reflexionar sobre las causas profundas: tráfico de narcóticos, disputas territoriales, debilidad institucional y vulnerabilidad de comunidades antes consideradas tranquilas.




