¿La adicción de las redes sociales los ha afectado? ¿Han caído en la dinámica de querer multiplicar sus seguidores a toda costa? ¿Qué estarían dispuestos a hacer para lograr una mayor popularidad? ¿Han sentido que el dominio de las redes les roba tiempo y trabajo? El cine también da respuesta a las inquietudes de las redes sociales y el riesgo que plantean si se transforman en obsesión.
Sin escape es una cinta que muestra los horrores sin límites que conllevan las modas más famosas de la actualidad y la influencia de las redes en nuestras vidas. Sirve de espejo para mirar el aterrador presente y la escalofriante realidad que puede afectar a millones de consumidores en el universo digital.
Inspirada en clásicos como El Juego del Miedo y Hostel, llega a las salas de cine del país este jueves 14 de julio, Sin escape, cinta que narra la historia de Cole, un famoso influencer que cuenta con millones de seguidores en su canal llamado “Escape, vida real” donde los descabellados retos para complacer y cautivar a sus seguidores se convierten en una experiencia sangrienta y cruel, transmitida en vivo desde un clandestino escape room en Europa del Este. Sin duda, una película cargada de tensión, suspenso y terror con epicentro en las viciosas redes sociales.
Cole (Keegan Allen), ávido de nuevos challenges para sorprender y ganar audiencia en su cuenta de Instagram, se adentra junto a su novia Erin (Holland Roden) y sus amigos Thomas (Denzel Whitaker), Dash (George Janko) y Sam (Siya) en una aventura inesperada gracias a la invitación de un supuesto amigo de uno de sus amigos, quien los invita a visitar la sala de escape más espeluznante y hermética que hay en el mundo, ubicada en Rusia.
El incrédulo Cole atenderá el reto, sin imaginarse el peligro al que se enfrentará, cuya experiencia tendrá un giro de 180 grados. Ahora, superar los retos ya no será una opción para el grupo, sino la clave para conservar sus vidas.
La segunda película del precursor de los escape rooms en cine
Dirigida por Will Wernick, en su filmografía cuenta con dos historias anteriores desarrolladas en atípicas situaciones de encierro: Quédate en casa (2021) y Escape Room (2017).
El director no solo ha creado un subgénero sobre juegos peligrosos que se salen de control, sino que ha llevado el lenguaje de los jóvenes, las redes sociales y los teléfonos inteligentes a la pantalla grande, para generar una sensación visual muy cercana a la experiencia diaria de cualquier ser humano.
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