La detención de este individuo, conocido como “el profe”, fue clave para desarticular una banda de traficante de alucinógenos que actuaba en varias regiones de Santander. El sujeto distribuía la droga entre los jóvenes estudiantes con el propósito de inducirlos y convertirlos en clientes habituales.
Detrás del cabecilla se movía toda una organización delincuencial que trabajaba desde zonas rurales de Santander, para distribuir los alucinógenos especialmente en los municipio de Bolívar y Sucre, y el corregimiento de Cite, en Barbosa.
Los copetes, como se conocía la organización, al final de cada mes se reunían para repartirse el botín, producto del negocio ilegal.
El operativo se llevó a cabo utilizando un agente de la policía encubierto, que le siguió los pasos los miembros de la organización durante cerca de 18 meses.