La Basílica Menor parroquia San Juan Bautista, de Girón, es epicentro cada 14 de septiembre de la fiesta del Señor de Los Milagros, cuya imagen se venera a través de una procesión por las calles del municipio, mientras sus habitantes, que previamente pintan de blanco las fachadas de las casas, inician una romería de fe y devoción con sacrificios como agradecimiento a los beneficios recibidos.
Sostenido sobre sus muletas, Reinaldo Cárdenas madrugó a la basílica menor a pedir un nuevo milagro.
Esta vez no fue para él, pues sus ruegos anteriores ya le permitieron alguna vez caminar. Ahora imploraba por la salud de toda su familia.
Junto a Reinaldo, centenares de devotos feligreses, con cirios encendidos, ingresaban de rodillas, unos tras otros, a pagar la penitencia por los favores recibidos.
Otros, en cambio, decidieron compensar el milagro con el pago de una misa.
Paralelo a la promesa, al sacrificio, la fe y la devoción católica, los vendedores ambulantes aprovecharon, como todos los años, la oportunidad para ganarse unos pesitos de más, ofreciendo velas, veladoras, escapularios y todo lo que tiene que ver con la ocasión.
La iglesia católica considera que la celebración del día del Señor de Los Milagros es la fiesta de un pueblo que se acerca con confianza a Dios.
En ese sentido, centenares de feligreses del área metropolitana llegaron hasta la Basílica Menor de Girón con la intención de reparar sus faltas, las cuales vinculan un sacrificio y una expresión de fe, con la que quieren agradecer a Dios y encomendar sus pasos a él.
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