La etapa definitiva del operativo que terminó con la captura del sujeto, fue encabezada por el propio General Vásquez, a quien “Pichi” tenía sentenciado a muerte y precisamente se hallaba integrando un grupo de sicarios para asesinarlo.
El prontuario delictivo de Óscar Camargo –como es su verdadero nombre- comenzó a escribirse hace varios años en el barrio San Rafael, al norte de Bucaramanga. Primero fue expendedor y campanero de traficantes de alucinógenos; luego heredó un emporio familiar dedicado al microtráfico y con apenas 25 años ya tenía conformado un grupo delictivo a su servicio con 16 adultos y por lo menos ocho adolecentes.
En el año 2011 fueron capturados los integrantes de la banda “Los Pichis”. Sin embargo, Camargo, su cabecilla, logró escapar.
No corrió la misma suerte en el 2015, cuando cayó en poder de las autoridades en un operativo adelantado en el sector de Cañaveral, en Floridablanca. En su contra pesaba una orden de captura por tráfico, fabricación y porte de estupefacientes; concierto para delinquir y uso de menores para la comisión de delitos.
Sin embargo, luego de permanecer 56 días en la Cárcel de Palogordo, “Pichi” se fugó saltando del segundo piso de una clínica de Cañaveral, cuando asistía a una cita médica, a pesar de estar custodiado por guardias del INPEC. Desde entonces su paradero era un misterio y se había vuelto a convertir en el dolor de cabeza de las autoridades, por ser quien movía el 70% del microtráfico en el norte de Bucaramanga.
El actuar delictivo del “Pichi” se volvió a evidenciar en los últimos meses, cuando fueron capturados varios de sus hombres que, además de dedicarse al microtráfico, participaban en casos de sicariato, como uno ocurrido en el norte de Bucaramanga y, el más reciente, en la calle 45 con carrera 15, en el que murieron dos personas, incluido un taxista inocente.
Desde entonces el comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, el General Manuel Vásquez, comenzó a seguirle la pista a Óscar Camargo, y tras varias investigaciones, las coordenadas apuntaron hacia la capital antioqueña.
Efectivamente, en un avión de la Policía el General Vásquez, encomendado a Dios y confiando en la capacidad de sus hombres, aterrizó en Medellín y capturó a Alias “Pichi”.
Momentos después de la captura, el oficial y su gente, y ya con “Pichi” en su poder, se desplazaron a Bucaramanga en donde un cordón de seguridad lo esperaba en el aeropuerto Palonegro.
De allí se dirigieron al comando de la Policía Metropolitana de Bucaramanga. En el trayecto, el capturado aseguró con insistencia que era inocente.
Según la investigación adelantadas por la Policía, alias “Pichi” se encontraba en Medellín contratando sicarios, a quienes pagaría 200 millones de pesos para que atentaran contra la vida del General Vásquez.
Sin embargo, el comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga aseguró que en casos como este, es más importante poner fin a la amenaza que el sujeto representaba para la comunidad, que la que ejercía sobre las fuerzas del orden y, en particular, sobre su propia vida.
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