ADIÓS A CASETAS DEL PARADOR ‘PAPI QUIERO PIÑA’

Pasaron 45 años desde el día en que Gustavo Pinilla Díaz llegó a Floridablanca, proveniente de Lebrija, a montar un negocio callejero, que con el paso del tiempo se convirtió en un ícono del sector llamado ‘Pare Papi, Quiero Piña’, que hoy desaparece para darle paso al desarrollo vial del área metropolitana.

Los verdes y expresivos ojos de don Gustavo Pinilla Díaz, de 86 años, parece haberse apagado un poco en las últimas semanas. Todo, porque su gran amor, aparte de su familia, desapareció.

De inmediato, los recuerdos brotan a su mente: la vieja mesa del comienzo, unas cuantas piñas y un cuchillo, que fueron sus primeros elementos, y le permitieron, con el tiempo, sacar adelante a sus once hijos.

Pero, en medio de la nostalgia general, hay algo de satisfacción entre la familia Pinilla Orejarena.

Junto al lugar donde funcionaron las tradicionales casetas por más de cuatro décadas, también hay otros recuerdos que aportan a la historia de este emblemático parador.

Aunque la nostalgia en este caso es un sentimiento común, la familia Pinilla Orejarena mantendrá con alegría los viejos recuerdos de una época que marcó sus vidas y que ahora los expresan a través de una canción.

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