Entre llanto y desconsuelo, amanecieron hoy las familias de estas veredas al ver que perdieron todo lo que poseían. Mientras el vendaval arrasaba con lo que encontraba por delante, el rincón de una casa, la biblia y un rosario eran sus principales defensas en medio del miedo.
Doña Lucia narra cómo mientras los techos volaban y los animales corrían en busca de refugio, ella, quien se encontraba en compañía de su hija y su nieta de un año, tuvo que salir de su casa en medio de la tempestad a buscar ayuda y refugio, pues ya no tenía protección, y se presagiaba que el mal tiempo continuaría.
Juanito, quien fue uno de los afectados de la vereda Altamira, contó con tristeza, aunque ya más tranquilo, cómo se salvó de morir al refugiarse debajo de la cocina de leña y cómo su vivienda, en la que ha vivido por más de 50 años, quedó en ruinas.
Le puede interesar: Atentos | 32 municipios de Santander declarados en calamidad pública