Cielo Patricia lleva en su pecho la imagen de su hijo, un adolescente natural de Bucaramanga que a sus 18 años fue asesinado en Hacarí, Norte de Santander. Al joven lo hicieron pasar por guerrillero, y meses después la madre lo halló en una fosa común y pudo darle cristiana sepultura.
Diferente, la suerte que le tocó a Dana Amaris González, quien desde 2002, cuando era una niñita de apenas 9 años, no volvió a ver a su padre, ni siquiera muerto, porque desde entonces no ha tenido noticias suyas.
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Historias como las de Dana y Cielo Patricia se encontraron esta tarde en la Plaza Cívica Luis Carlos Galán, a dónde llegaron familiares de víctimas, con fotos en mano, para clamar justicia en medio de su inevitable dolor.
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Las fotos de niños, soldados, líderes sociales, campesinos y hasta la de un sacerdote estuvieron acompañadas de las palabras verdad y justicia, esas que tanto piden quienes han sido tocados por la guerra colombiana.