Un gesto cotidiano de cariño terminó convirtiéndose en una tragedia para Marie Traine, una mujer de 60 años de Ohio, Estados Unidos. Lo que comenzó como un cálido recibimiento de sus perros después de unas vacaciones derivó en una infección severa que obligó a los médicos a amputarle ambos brazos y piernas para salvarle la vida.
Según relató su esposo, Matthew, al regresar a su hogar en mayo de 2019, Marie fue recibida con entusiasmo por Taylor, un pastor alemán de dos años, quien la cubrió de lamidos. Durante los primeros días no se presentó ningún síntoma, pero poco después Marie empezó a experimentar dolores intensos en el estómago, la espalda y el resto del cuerpo. Ante el rápido deterioro, fue llevada de urgencia a un hospital y luego trasladada en helicóptero a un centro médico especializado, ingresando en estado crítico.
Los médicos inicialmente sospecharon de una enfermedad contraída durante su viaje, pero los estudios revelaron un diagnóstico inesperado: una infección fulminante causada por la bacteria Capnocytophaga canimorsus, presente en la saliva de perros y gatos. La bacteria ingresó al organismo de Marie a través de una pequeña herida en el brazo, provocando necrosis y gangrena en sus extremidades, piel y rostro.
Marie permaneció nueve días en coma y despertó rodeada de su familia sin poder moverse ni hablar. Para salvar su vida, los especialistas tuvieron que amputarle ambos brazos y ambas piernas. En total, estuvo hospitalizada cerca de 100 días y fue sometida a 13 cirugías, enfrentando un largo proceso de recuperación física y emocional mientras aprendía a realizar tareas básicas y a usar prótesis.
A pesar de la tragedia, Marie ha declarado que no guarda rencor hacia su perro: “Solo estaba demostrando amor, no fue su culpa”, aseguró. Su historia es un recordatorio de la importancia de la prevención y el cuidado con infecciones poco comunes transmitidas por animales domésticos, aunque las manifestaciones afectivas sean inocentes.




