Ana María Hernández, es colombiana y es la primera mujer en la historia en ocupar el cargo de presidenta de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes).
La colombiana llega para ser la vocera de esta institución en un momento en el que las siglas Ipbes están en boca de todos. A comienzos de esta semana, la institución reveló el ‘Informe de evaluación global sobre biodiversidad y servicios de ecosistemas’, el primer documento en medir la pérdida de la biodiversidad a escala global. Los titulares que produjo en todo el mundo giraban en torno a un mismo enunciado: “Un millón de especies están en peligro de extinción”.
Un millón de especies en riesgo de extinción es una noticia preocupante. Y ahora, ¿qué sigue?
El informe tiene unas sugerencias bien específicas, pero el mayor reto en este momento es que más allá de la alarma se deben empezar a hacer jornadas de reflexión, de trabajo y de invitación a que absolutamente todo el mundo empiece a promover propuestas de acción específicas. Para el 2025 o 2026 vamos a aprobar una nueva elaboración de otra evaluación global. Y ahí veremos si esas acciones a las que estamos llamando dieron resultado.
Muy grave si no…
Totalmente. Si no nos pellizcamos ya, y si no empezamos a hacer acciones reales, en el 2050 es bastante grave el panorama, es muy serio.
¿Cómo sería?
No tengo el cinismo de Brigitte (Baptiste), pero tengo la practicidad, y es que nosotros vamos a estar muy afectados en salud, en nutrición, en nuestra capacidad de evolución…
Cuando dice nosotros se refiere a…
A todos los seres humanos. Porque la biodiversidad evoluciona, se acomoda. Claro, una extinción masiva como la que estamos alertando será gravísimo… Pero si no hacemos nada, nos vamos a ver totalmente afectados como seres humanos en nuestro estilo de vida, en nuestra capacidad de desarrollo. Para el año 2050 tendremos muchas especies extintas, pero habrá otras que surgirán. El mayor problema es que muchas de las especies que se extinguirán son básicas para nuestra salud y nuestra alimentación.
Las abejas, por ejemplo…
Exacto, si no hay abejas o si no están los polinizadores, simplemente no habrá cultivos. Se baja tremendamente la producción, y eso desemboca en un problema económico; habría que cambiar la dieta y entraríamos en una crisis mundial de seguridad alimentaria.
¿Cuál de todos estos titulares ‘más plásticos que peces en los mares’, ‘derretimiento de los polos’, ‘extinción de las especies’ le preocupa más?
Lo que me preocupa es que no hagan caso. Como dice el dicho: ‘se le dijo y se le advirtió’. Ese es el mayor peligro para el medioambiente. No pueden después salir a decir ‘¡ups¡, ¡se acabó la supervivencia de la especie y a mí no me dijeron!’. Nosotros ya mostramos la evidencia, ahora la pelota está en el campo de los tomadores de decisiones. Entonces, claro, que se derritan los polos es gravísimo, que haya extinción alta de especies es gravísimo, que por pérdida de biodiversidad estemos perdiendo territorios y cultura de nuestras comunidades indígenas, igual, pero son hechos. Lo grave de todo esto es que no les paren bolas a estos hechos.
Su nombramiento en este cargo, ¿en qué lugar pone a Colombia en el panorama internaciones sobre medioambiente?
Colombia ha sido muy importante a nivel internacional en las discusiones ambientales. Ahora, con mi nombramiento, yo creo que es una oportunidad adicional que tiene el país para no solamente mostrar lo que está haciendo, sino también demostrar que hace parte de las soluciones. Es un arma de doble filo porque sí, claro, estoy de presidenta, y entonces mencionan en todo lado a Colombia, pero eso significa también que están esperando que el país de donde viene la presidenta se movilice y actúe y haga cosas de acuerdo con lo que está pasando a nivel internacional. Es una responsabilidad doble.
¿Colombia está tomando el camino correcto en la protección del medioambiente?
Yo no puedo entrar a discutir si un país está haciendo bien o no las cosas porque la Ipbes es muy objetiva. Yo siento que se está tratando de buscar muchas alternativas. Pero, de nuevo, no estamos trabajando conjuntamente para abordar las causas de pérdida de biodiversidad específicas. Lo que nos falta es trabajo coherente, sistemático y articulado, no solamente con el gobierno, sino también con los líderes sociales, los gremios, las comunidades, y esa es una articulación que se tiene que dar permanentemente. Los problemas en el territorio colombiano son muy complejos y no hay una solución simple. Pero tampoco hay una voluntad de abordar esa complejidad, y creo que ese es el mayor reto en este momento.
Fuente: El tiempo.